La Luna miraba al Sol con envidia porque sabía que casi todo el mundo era consciente de su presencia, la gente vivía de día, agradecía su calor y su luz...mientras que a ella...a ella sólo le veía un puñado de gente, y la mitad de ellos, no eran conscientes ni de dónde estaban por culpa del alcohol. Así que un día, cerca del ocaso, la Luna le dijo:
- Cámbiame el puesto querido Sol
-¿Por qué debería de hacer eso?-respondió éste
- Quiero saber qué se siente cuando todo el mundo está ahí, junto a ti - le responde - quiero ver a la gente comprar, ir a trabajar, pasear...
- Pero tu ya tienes esas cosas - le replicó el Sol
- Bueno, pero no siempre, y desde luego no hay tanta gente como cuando tu estás en lo alto
El Sol empezó a comprender a la Luna, y se rió para sus adentros, pues él mismo sentía envidia de ella.
- De qué te ríes - le preguntó ella algo enojada
- Pues verás, es muy simple querida mía. Llevas razón en que cuando yo me encuentro en lo alto hay una gran cantidad de gente que va de un lado a otro, se encuentra con conocidos, charlan... pero hay algo que no sabes.
- ¿A no? - preguntó La Luna sorprendida
- No, toda esa cantidad de gente...lo único que hace es ir de un lado para otro, sin fijarse muchas veces en lo que tiene a su alrededor, demasiado ocupada en detenerse, pensar sobre su propia vida, sobre la gente que la comparte con ella, sobre lo maravilloso que es el mundo...esa gente está vacía. No me envidies por la cantidad de gente que me rodea, pues casi ninguno de ellos me presta la más mínima atención, dan por sentado que estoy ahí, que no me voy a mover, y eso, eso me hace sentir muy solo - hace una pausa para que La Luna comprenda lo que está diciendo - Por eso te envidio a ti, querida. Te envidio no por la cantidad de gente que tienes a tu alrededor, si no porque los que están contigo, muchos de ellos se preocupan por ti. Los enamorados salen a tu luz para encontrarse, tu les iluminas el camino. Cuando brillas grande en el cielo, todo el mundo sale a vislumbrarte y se queda maravillado por tu belleza, y cuando no estás, el mundo queda sumido en oscuridad, triste, echándote en falta... No importa cuanta gente te rodee, sino que la gente que te rodea, aunque sea poca, te aprecie por lo que eres y se preocupe por ti.
La Luna atónita se quedó meditando las palabras del Sol, nunca había visto la situación desde ese punto de vista, siempre había envidiado al Sol por tener el privilegio de compartir el día con esa cantidad de personas pero nunca se había fijado en que estas personas no se detenían a observar el Sol, ni siquiera a agradecerle todo lo que él hace por ellos, mientras que por sí misma...es cierto que mucha gente aprovecha la oscuridad de la noche para cometer muchas maldades, pero otra mucha, se queda mirándola, admirándola y muchos prometen alcanzarla. En ese momento se siente afortunada, por poder compartir su presencia con toda esa gente que la rodea y la quiere, a partir de ese día la Luna, comenzó a brillar más fuerte que nunca...
No se cuanta gente nos rodea en este momento, habrá personas que digan que miles, otras dirán cientos, otras contarán por decenas y algunos, con los dedos de una mano, pero la cosa se complica cuando nos preguntan por cuántas de esas personas darían la vida por nosotros, y es que un amigo/a de verdad es el que se entrega al otro sin querer nada a cambio, se desvive y está ahí siempre, aunque no lo esté físicamente.
A veces, está bien que paremos y pensemos sobre nuestra vida y sobre quién esta en ello.
Os deseo lo mejor a todos...
Jaime